1977, Governador Valadares, Minas Gerais, Brasil
Vive y trabaja por el mundo
Paulo da Silva, hombre viejo que nació en Borun Nak (territorio indígena del Vale do Rio Doce), Minas Gerais, se confunde en el tiempo extendiendo su nacimiento hasta los orígenes de la selva atlántica. Vive moviéndose sobre tierra y agua, nadó torpemente y
bebió del Figueirinha y otros afluentes del Watu (Río Doce). Creció alrededor de unos brotes que desembocan en el Río das Velhas y de un ojo en el Morro do Palmital. Caminó al encuentro de ese con el São Francisco, y desde lo alto de la naciente bordeaba el río hasta su desembocadura en el Atlántico. Hijo de Ana Gonçalves da Silva, hija de Nazaret Cassiano de Jesús, una mujer borun presa política en la colonia de Barbacena desde 1944, Paulo, pequeño, poco a poco se empeñaba en olvidar el año en que nació y envejecer como piedra angular del río seco. Desde hace mucho tiempo ha estado tropezando con rocas afiladas en los días en que el polvo llena el aire y, otras veces, se resbala en los charcos después de la lluvia.
Cuando era pequeño, vendió borras de hierro y otros metales resultantes de los desechos minerales de la empresa Vale y asociados. Vendió aguacates, limones, achiote colorante, frijoles negros y otras frutas que crecían en estos márgenes y cuencas. Comió pajaritos que sobrevolaron el Río Grande y la selva que se extiende, incluso adormecida, hasta el otro lado de la montaña. Comió pescado y nadó en las aguas embalsadas de los pozos de agua que siguen desde Curvelo, aunque estén secos, a los que se hacen en Jequitinhonha – eso
a escondidas por trabajar en las construcciones del doctor heredero de los coroneles que se apropiaron con el papel gris de las tierras ancestrales del Borun Nak y parientes. Estuvo por Asia, América y África. Muestra artesanías, palabras, sueños y pensamientos. Observa el
mundo desde lo alto de la colina sobre el territorio de Luzia.